Llovía, llovía y llovía. La sombrilla de $ 5.000, que conseguí en una esquina después de una intensa negociación con una viejita amable pero sagaz, nos ayudo a llegar desde la Estación de Marly hasta el Teatro de La Libelula Dorada. Cuando llegamos al teatro, la gente esperaba con ansias, se escuchaban conversaciones sobre el blues bogotano, de las bandas que había que ver este año, de quien eran los dos que estaban en el escenario ultimando detalles para el evento, de porque se llamaba Libelula Dorada, y la eterna duda de los principiantes: ¿Blues?... ¿eso no es como el Jazz?.
Se abrieron las puertas y todo comenzó.
Germán Pinilla, el mejor armonicista de Colombia, entró al escenario, como entran los amigos a la sala de la casa.
“Buenas Noches”, dijo él con un canelazo en la mano. “Bienvenidos”. Sobre la silla, las cajas de armónicas. En el piso había una botella de agua algo amarillenta, unas hojas y el vaso de canelazo. Lo acompañaba en el piso, el forro de la Guitarra Negra de Carlos.
La primera tanda del concierto fue un espectáculo de blues y country donde la armónica de Germán y la guitarra de Carlos, hacían el famoso “Call and Responde” que hace único al Blues. Germán hizo gala de su propiedad con la armónica. En la quinta canción de esta primera tanda intepretaron el sencillo “Abajo de la 15”, que será parte del nuevo disco de Carlos Reyes y La Killer Band. El público canto este tema, sobriamente, pero lo canto; dió indicios que podría convertirse en un tema clásico del blues bogotano. Siguió algo de Blues Clásico, algo de Tom Morelo, y terminó esta tanda con “Sin Mirar Atrás”, no sin antes invitar a pasar a degustar un delicioso canelazo donde Yolandita.
Me causo curiosidad, la decencia al comprar donde Yolandita. ¡Las personas hicieron fila sin que se les exigiera! Claro, no todo es bueno, dure casi 10 minutos haciendo fila para poder comprar un cigarrillo. No paraba de llover, ¿podía esto ser más blusero?
Alguien me reconoció, un par de fotos y me perdí la primera parte de la primera canción de la segunda tanda. Pero gocé con la interesante interpretación de uno de los blues en español más reconocidos “Desconfio” de Pappo, fue el momento en que cerré mis ojos, y realmente disfrute. Después de esa exalación de blues en español, vino una lección de Germán Pinilla de cómo tocar la armónica. Los armonicistas, bien deben saben la dificultad al tocar una nota de forma limpia y exacta y en eso, Germán, demostró que no tiene punto de referencia. Por lo menos no aún en Colombia.
Siguieron más interpretaciones en inglés. Y en el sexto tema, Carlos mostró una muy intrigante canción llamada “El Fantasma de Edwin” que también hará parte de su próximo disco “Ruido de Bogotá”; canción con muchos sonidos de metal y música llanera, una letra bastante urbana que agradara a más de un metalero del Centro de Bogotá.
Cuatro temas más incluyendo “La Villa”, y terminó este concierto de blues acústico, entre guitarra, armónica y voz “aguardientosa”. Una lección de un gran manejo de guitarra country blues y armónica. A Carlos Reyes se le nota el Mississippi que lleva adentro. Germán demostró porque es catalogado el mejor armonicista de Colombia y algo de lo que no se habla mucho, su gran capacidad vocal. Impecable en las dobles voces y en los versos que alcanzó a interpretar.
Abrí nuevamente mi sombrilla de $ 5.000. Mi novia, se aferró a mi brazo. Y nos dirigimos por el solitario camino de la 51 hasta la estación de Marly, con la satisfacción de haber visto un show, tan inspirador como si hubiera sido en la sala de la casa entre canelazos, cigarrillos y tertulia.
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