Por: Daniel Pelaez
Era el primer concierto de blues del Festival. La expectativa era grande. Era mas que claro que en esta oportunidad, no solo iban a estar los seguidores acostumbrados de la banda (entre los que me incluyo), era prácticamente la inauguración del Festival de Blues y Jazz.
Alrededor de las 7:30 de la noche, comenzó a llegar el público. El cartel de la entrada mostraba una imagen de la banda con su breve reseña. Era impresión casera, parecía salida de una de esas impresoras antiguas blanco y negro que les suenan hasta los cables. Sonreí. En ese cartelito hecho artesanalmente estaba la esencia del blues.
El Teatro de la Libelula Dorada tiene ese encanto de teatrino pequeño. Del espacio dedicado al arte que ha sido levantado a punta de tesón, empuje y ganas. Tiene una magia que te hace sentir en casa.
Mientras la gente esperaba, detrás de la puerta se escuchaba la prueba de sonido. Se escuchaban Cocaine y los gritos de los músicos. Intimidad. Los que estábamos esperando comprendimos que los músicos estaban tan preocupados por dar un gran espectáculo que estaban ultimando los detalles del show. O bien, simplemente se les hizo tarde.
La puerta corrediza se abrió, y el teatro en un par de minutos se lleno. En el escenario estaba la batería negra iluminada estratégicamente, el bajo azul con el famoso sombrero de vaquero de uno de los iconos del blues bogotano (que parecían una pintura) y por supuesto, la infaltable guitarra negra.
Las luces se apagaron, una pequeña bienvenida al Festival y una gran B apareció en el fondo del escenario. Comenzaron a sonar gritos que me dieron escalofríos. Era Gaitán.
La famosa imagen del billete de mil salía mas de una vez, las imágenes del tragídico 9 de abril y al música atmosférica puso los pelos de punta a mas de un asistente.
“Mami, tengo miedo”- dijo una dulce niñita que estaña sentada a mi lado mientras se acercaba a su madre.
Era como una especie de ambiente lúgubre. Los gritos de Gaitán sonaban, las proyecciones del Bogotazo era fuertes para cualquier alma sensible, entonces apareció uno de los músicos, cogió el bajo azul y matizo los sonidos. Entro el baterista y después el guitarrista también ambientando los gritos con notas lastimeras de blues. Tuve una epifanía, Gaitán en el fondo me hizo rememorar nuestra sangrienta historia. Ese era nuestro blues.
El hombre del bajo cogió el sombrero y se lo coloco. Todo callo. Se escucharan seis golpes en las baquetas y comenzó el concierto. Entro el último de los músicos, el vocalista. Podría perfectamente encontrármelo en la calle, en el bus , en una oficina y jamás hubiera creído que ese hombre fuera un cantante de blues. Una buena amiga me dijo hace algún tiempo: “Todos tenemos algo de Emo”. No, todos tenemos algo de blusero.
Fueron 9 temas. Una descarga completa de blues. Ese teatro en ese momento, fue un mundo aparte. Olvide tomar mis notas como todo buen periodista debe hacer y simplemente me deje llevar.
En el intermedio hable con varios asistentes. Unos buenos amigos “intelectuales” discutían sobre algo que para mi fue invisible, hacían blues en español. La discusión sobre si el blues debe hacerse en ingles o no, termino cuando nuevamente comenzó a sonar la guitarra. Me propuse ser mas objetivo y analizar más a la banda.
Bluesila, un vocalista sobrio y hasta tímido, con muchos aires de salsa en la voz. Un baterista extremadamente versátil que nos puso a gozar con un solo a ritmo de boggie. Un bajista enigmático que me demostró que también puede ser una parte importante del show cuando es enfrento al guitarrista en un duelo de solos que hizo vibrar el púbico. Y por ultimo, pero no menos importante, el guitarrista que parecía tener un PHD en blues. Un estilo sutil y sobrio demasiado blusero para ser colombiano.
Tuve una agradable sorpresa en este concierto. Analizando las liricas, me encontré con canciones que hablan de la cotidianidad de cualquier persona, a veces excéntrica al hablar de un amor erótico por una mama, o a veces un poco mas responsable hablando de la situación de los indígenas en la ciudad.
Uno de mis maestros en la universidad me enseño, que las reseñas deben ser totalmente objetivas. Espero haberlo contrariado.
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